El día que sostuve a mi hija por primera vez, un inmenso sentimiento (casi imposible de soportar) de responsabilidad invadió mi vida. Sus ojos azules como el cielo me miraban intensamente como diciéndome: Acá estoy, ahora debes protegerme mamá, y en ese preciso momento, mi vida cambió para siempre.
El día que decidimos perforarles las orejas a mi hija más chica (el mismo día que también le perforamos las orejas a la más grande), cuando vi que le hicieron ese orificio y ella lloró, me dolió mas a mí, y no podía evitar pensar que ella había llegado a mí perfecta, sin orificios, y que yo, por una moda, lo había cambiado.
Ellos llegan a nosotros cien por ciento indefensos y con su alma perfecta, quedando a nuestra total y completa merced. Cada vez que tomas una mala decisión, le estarás dejando un orificio en su corazón, y hagas lo que hagas, nunca más será igual. Si decidiste serle infiel a tu pareja, también has decidido destruirle la vida a tus hijos.
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