COLOMBIA: El macabro negocio en el que los niños son la mercancía

“Vendo mis óvulos”. “Quiero alquilar mi vientre”. Avisos como esos, aparentemente legales y que circulan en la web y en las redes sociales, son usados como fachada por los que mueven el negocio de tráfico de niños en Colombia.

A través de una de esas ofertas fue que una pareja de españoles que hoy está presa en Bogotá compró, en julio pasado, a una bebé de apenas cinco semanas de nacida por la que pagaron 18.000 euros a la madre biológica.
El contacto fue un médico que sigue trabajando como ginecólogo en Armenia y que ofreció conseguirles un vientre alquilado por 1.200 euros. Supuestamente el proceso de fertilización no funcionó y la mujer terminó entregándoles a su bebé, que fue registrada por el español como si en realidad fuera su propia hija.
La jugada fue detectada por una funcionaria de Migración Colombia a la que le pareció sospechoso que una bebé tan pequeña viajara sin su mamá. En el último año, otros dos casos similares fueron detectados en los aeropuertos de Bogotá y Medellín.
Aunque no se ha logrado comprobar la existencia de una red que maneje ese macabro tráfico, lo que sí parece haber es un mercado en el que parejas extranjeras sin hijos miran hacia Colombia y no utilizan los canales establecidos para ese proceso por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), que es la autoridad que regula las adopciones en el país.
En Medellín, una estadounidense de 25 años fue detenida cuando pretendía viajar con un bebé de dos meses. Iba hacia Guadalajara (México). Presentó un permiso supuestamente firmado por el padre que resultó falsificado y que fue detectado porque el oficial de Migración notó que la huella del registro civil y la de la autorización de salida del país no eran las mismas.
La justicia no ha dicho la última palabra sobre estos casos, que son de los pocos detectados de posible venta de menores. La Dirección de Protección de la Policía dice que las redes los llevan no solo para adopción, sino para trabajo forzado, mendicidad, explotación sexual y matrimonio servil. El tráfico también se mueve dentro de las fronteras, de una región a otra, para turismo sexual y venta de estupefacientes.
Este año, Migración Colombia ha detectado 36 casos de niños que iban a ser sacados del país sin el cumplimiento de todos los requisitos, y en los últimos tres años la cifra suma 113. La mayoría de los casos –seis de cada diez– corresponde a disputas familiares. Pero hay un número importante de casos que atañe al fenómeno de trata de personas.
Por ejemplo, entre las autoridades nacionales hay preocupación por un significativo flujo de niños ecuatorianos. Los investigadores creen que muchos viajan en busca de un reencuentro con sus familiares que entraron ilegales a los Estados Unidos y que pagan a redes de tráfico de migrantes para que les lleven a los pequeños. El 18 de junio, dos hermanos nacidos en Ecuador se presentaron solos en un puesto de control en el aeropuerto El Dorado. Su destino era San Pedro Sula, en Honduras, con escala en San José de Costa Rica. Ninguno tenía el permiso de salida del país de parte de sus padres, y los peritos detectaron que los sellos de migración puestos al atravesar la frontera habían sido reportados como hurtados días antes. Mientras tanto, en otro puesto de control un ciudadano ecuatoriano estaba pendiente de los niños. Fue detectado y aceptó que era su acompañante.
En los expedientes en los que la Fiscalía, Policía y Migración Colombia trabajan conjuntamente aparece que estas redes cobran entre 6.000 y 10.000 dólares por los documentos y tiquetes para el viaje de los niños. La ruta comienza por tierra desde Quito hasta Bogotá. En la capital toman un vuelo hasta países de Centroamérica, donde comienza un duro viaje terrestre que los lleva a México y luego, por el ‘hueco’, a Estados Unidos. Una vez son detectados, el ICBF recibe a los niños durante el tiempo que dura tramitar con los consulados la búsqueda y ubicación de familiares.
En el país, los usan para microtráfico y ‘turismo sexual’
‘Los Embajadores’. Ese es el nombre de la banda que en los últimos dos años se dedicó a ‘comprar’ niños para la venta de estupefacientes en Soacha (Cundinamarca) y en dos localidades de Bogotá: Engativá y Fontibón.
El pasado viernes fue capturado el último de los 15 miembros de la red, que exigía a los menores vender en los colegios y en las calles dosis de marihuana hasta completar 100.000 o 110.000 pesos diarios.
La investigación se inició cuando la madre de uno de los menores reclutados, que había llegado a Soacha desplazada por la violencia, denunció que ‘los Embajadores’ la amenazó de muerte si el niño se negaba a vender la droga. El general William René Salamanca, director de Protección de la Policía, dice que la instrumentalización de niños en el delito es otra de las formas de tráfico de menores de edad, pero a nivel interno. “Traían los estupefacientes del Cauca, acá los empacaban y se los entregaban a los niños para que los distribuyeran”, dijo el general Salamanca.
Los menores eran reclutados en parques, centros comerciales y a las afueras de los colegios. Les ofrecían 15.000 pesos de las ventas o dosis.
Esa estrategia de reclutamiento la utilizaba una red de explotación sexual en la Costa, que esta semana fue desmantelada en una operación de la Policía con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos y la Fiscalía. Tres miembros de esa red fueron capturados por engañar a jovencitas, entre los 12 y 15 años, que eran explotadas por extranjeros que llegan al país a hacer ‘turismo sexual’. Les preguntaban si habían tenido relaciones sexuales en la vida, y si la respuesta era no les ofrecían entre 5 y 7 millones de pesos por salir con un extranjero.
Pero una vez aceptaban, eran llevadas por un taxista hasta el sitio de hospedaje del extranjero, que abusaba de la menor.
Aunque la mayoría eran niñas de Cartagena y Barranquilla, la Policía cree que esta red usaba a menores traídas desde otras partes del país.
La Policía dice que en el tráfico de menores el subregistro en las denuncias sigue siendo alto. Este año han recibido tres denuncias, y en los últimos cinco años 37.
Grafólogos, en aeropuertos
Sergio Bueno, director de Migración Colombia, dice que los funcionarios que manejan las salidas del país están hoy más capacitados para detectar estos casos.
En los filtros de control en los aeropuertos esa entidad tiene grupos especializados integrados por grafólogos, documentólogos y dactiloscopistas capaces de detectar un registro civil de nacimiento dudoso, un permiso de salida con enmendaduras o una conducta inusual en los menores.

http://www.eltiempo.com/politica/justicia/casos-de-venta-de-ninos-en-colombia/

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